domingo, 6 de enero de 2013

El escenario, el público y JazzUV niños

El escenario, el público y JazzUV niños.

Ese movido en la foto es Jordi Albert.
   Los escenarios de los teatros son sitios entrañables. Poseen ese ambiente oscuro que los circunda, encandilados de reflectores, inmersos en el silencio delicado que prevalece atrás en los camerinos, sobre los telones suspendidos... Se abandonan las oscuras bambalinas a través de un estrecho umbral que conduce a las partituras. No es una trinchera el atril, por lo que lo ajusto lo más bajito que se pueda: para poder ver un poco más al público, hasta donde impida la vista la luz de los reflectores: entonces comienza la cuenta. Cuando la lectura no es muy demandante permite relajar la atención y escuchar el ensamble. Viene la agradable sensación, la ligera embriaguez que nos deja el aire que fluye desde los pulmones hasta la campana. Contamos compases. Entonces comienzan a construirse los momentos.
      Extrañaba estar en una big band, después de trancurrido un año de haberme separado de la Xalli (así también extraño estar tocando salsa en un bar atiborrado de gente, humo y sonido o en una tarima de un festival), así que acepté la invitación para el cuarto atril de los trombones (mucho aire) en una de las 3 big bands de la escuela de jazz de la Universidad Veracruzana. Tres canciones serían: birdland, ain't misbehavin' y royal welcome.
      Esa noche habitó el teatro un espíritu indulgente: JazzUV, ahora bajo la dirección del trompetista Jordi Albert, es una institución rejuvenecida. El jazz en Xalapa cada vez se está convirtiendo en una experiencia para todos, no sólo para las élites "intelectuales" y psicodélicas que piden Take five o para los que saben la progresión de Giant steps en los 12 tonos; el jazz -la música- no exige entendimiento para disfrutar: muchos escuchan canciones en inglés (o el gangnam style en coreano) sin entender una palabra; entonces no será raro que se otros se puedan deleitar con sustitutos tritonales, escalas aumentadas y compases compuestos.
JazzUV niños.
   Al final, las estrellas más brillantes de esa noche, el grupo de JazzUV niños, cantaron Blue Monk y Bourbon Street, con letras infantiles en español creadas por y para el programa, y nos demostraron que la música es también un juego, muy divertido, muy bello y, sin duda, persistente en la memoria de quienes lo jugamos (recordemos aquella desventaja idiomática del español, que decimos tocar, en lugar de jugar un instrumento, como ocurre en otros idiomas -play, jouer, spielen). 
     

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El escenario, el público y JazzUV niños por E. G. Lagunes D. se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-CompartirIgual 3.0 Unported.

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