sábado, 27 de octubre de 2012

Xalli Big-Band, la orquesta de la arena

Xalli Big-Band, la orquesta de la arena 


  A thing of beauty is a joy forever.
J. KEATS, Endymion.

  
..alzar (...) un monumento, al menos para la fantasía
A. REYES, Los poemas rústicos de M. J. O.

un punk baila salsa, o lo que hace el amor
Un punk bailando salsa o lo que hace el amor.

   La labor de un músico es construir momentos, como la de un arquitecto es diseñar edificios o la de un ingeniero civil construir caminos. Es, nota a nota, ir cimentando los instantes junto con las demás impresiones sensoriales -luces, sombras, aromas, temperaturas, palabras- para crear un momento, efímero en el tiempo, pero perdurable en la memoria. Tantos momentos distintos como personas se encuentren escuchando. Los músicos durante la construcción están inmersos en el tiempo, en el presente, fraguando simultáneamente cada uno sus notas, su sonido. La música en una orquesta es como una serpiente se enreda por todos lados.

     La Xalli Big-Band (Xalli es la voz náhuatl para la arena), en estos términos, es una creadora de monumentos: la potencia de su sonido y la calidad de su música hacen que todo, cualquier auditorio vibre. Además de esta construcción, como lo dice su director, el Mtro. Raúl Gutiérrez, la XBB reconstruye una época que ya no existe más: la del esplendor de las orquestas del Tropicana y del Palladium; una época en la que no se escatimaba en escribir partituras, que se fue diluyendo poco a poco -hasta llegar a la actual del teclado con pistas. El sonido de esta big band evoca el caminar en la arena, pasando a veces por la sombra de las palmas y a veces por el suelo insolado de las playas tropicales. Esta big band interpreta un extenso repertorio de géneros como el bolero desgarrador, la rumba endemoniada, el jazz latino de vanguardia, la salsa frenética o el swing de potencia; con agudos vertiginosos en los metales, intrincadas melodías en los saxofones, rítmicos coros apoyados en una sólida y nutrida base rítmica. Todo esto hace a la XBB una agrupación más allá de la recomendación: Usted tiene que escucharla.


Una de cal por las de arena


Los héroes del ritmo
    La XBB ahora se encuentra reactivándose poco a poco, después de un letargo de más de año y medio -extrañamiento provocado por uno de esos cambios de administración- en el que apenas superó la frecuencia de una presentación mensual, cuando antes, bajo el interino nombre de Orquesta Nuevo Proyecto, hacía poco más de una actuación semanal.
     Así, esta Orquesta de la Arena se suma a la tradición de agrupaciones artísticas de la Universidad Veracruzana, que son una de las características por las que es reconocida esta institución a nivel nacional e internacional (veánse los sellos de los pasaportes del grupo Tlen Huicani). En sus 3 años de existencia -el que suscribe participó en esta orquesta los primeros dos, la XBB se ha consolidado como una agrupación con una propuesta sonora rica en variedad, en recursos técnicos, en calidad de interpretación, pero sobre todo en espíritu, qué es lo que hace al verdadero arte, el que construye momentos. Licencia Creative Commons
sobre Xalli Big Band, la orquesta de la arena por E. Lagunes se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-CompartirIgual 3.0 Unported.

viernes, 5 de octubre de 2012


Bachata y luz en el eco

Juan Luis Guerra & 4:40 de Darío Tejeda. 

     
    Por la percepción de que, como cerraba la historia de 440 apenas lanzado Areíto -a finales del 92, sería un documento incompleto y de menor trascendencia, tuve el libro durante medio año, sin leerlo. Sólo lo empecé a hojear, sin la intención de terminarlo, pero lo encontré tan cierto y tan expresivo que me atrapó y así lo acabé en un par de días: lo afirma la tapa trasera, «este libro es indispensable para conocer a ese ser humano llamado Juan Luis Guerra». Yo quería conocerle.
     Tejeda devela cada uno de los sucesos que dieron forma al sonido y carácter de JLG y 440, pero no deja que se pierda su escritura en un mero ejercicio recopilativo: lo hace de una manera exquisita, con elocuencia, con la curiosa riqueza de lenguaje que existe en República Dominicana y que Tejeda posee en cantidad -tengo la fortuna de conocerle. Y ocurre en DT, recursiva, una característica que él mismo narra en el libro: cómo se puede conocer mejor a una persona a través de otra (plasma una ocasión en que JLG no pudo atender a unos empresarios y Freddy Ginebra -un amigo- terminó recibiendo a estos y encantándolos con sus pláticas sobre el artista, más de lo que se hubieran encantado con el mismo JLG).
     Es impactante ver cómo la vida de Juan Luis fue moldeada por los hechos infames que ocurrieron en la isla: ver cómo su Padre, Gilberto Guerra, quedó paranoico por la persecución trujillista; ver cómo su familia se tuvo que cambiar de casa durante la invasión americana de los sesentas. Y es revelador en el sentido que deja ver una sensibilidad ante estas tragedias en la lírica de JLG, como en Si de aquí saliera petróleo, el costo de la vida, ojalá que llueva café, Elena...
    DT dibuja a Juan Luis andando en bicicleta por todos lados, jugando basquetbol, intentando visitar a caciques indígenas (para un dominicano es rarísimo ver a un indio, como si salieran de un libro de la colonia), formando grupos de rock en la adolescencia; lo hace ver tan humano y tan sencillo como JLG quisiera que se le considerara. Tejeda desentraña tantos misterios de la música de JLG: delata la afición por la literatura y cómo permearon sus canciones Neruda (bachata rosa), García Lorca (frío frío y amor de conuco) y Cortázar (burbujas de amor); cómo nació de un canto folkórico como abeja al panal; la pasión por la música desde el Gran Combo y Willie Colón hasta Led Zeppelin y Pat Metheny; cómo una hepatitis se transformó en el merengue más bailado en la historia en el mundo (la bilirrubina; luego un envenenamiento marisquero podría haberle provocado el beso de la ciguatera, pero eso forma parte de la historia después de este libro). «Las cosas cotidianas son las cosas nuevas para el mundo».
    Viviendo en un país pequeño, quizá parezca natural que JLG fuera criado un tiempo por la sobrina de Pedro Henríquez Ureña y que se puedan trazar nexos, a través de sus amistades, con las Hermanas Mirabal; no se puede dejar a la obviedad que haya compartido talentos con otros dominicanos como Michel Camilo, Sonia Silvestre, Manuel Tejada, Víctor Víctor, Chichí Peralta, Mariela Mercado, Milagros Taveras, Guarionex Aquino... pues en la isla existe un espíritu de hermandad musical que no se encuentra en todo lugar.
    También me dio mucho gusto ver reflejos de México en el libro: el padre de JLG disfrutaba de oir a Agustín Lara (mayor el gusto si es de Veracruz); JLG escuchaba a Carlos Santana. También sentí vergüenza al leer un conflicto que tuvo con televisa. Pero me sirvió para conservar y reforzar la imagen de integridad que siempre he tenido de JLG, quien dijo que “no tengo por qué pedirle perdón a televisa”, y en otra ocasión “no quiero que se me ligue con esos artistas que no van a Cuba por tratar de no perder una plaza” (la de Miami).
    La denuncia tierna, la dulce anarquía, eran las cualidades de JLG. Escribe DT:
El traumatismo de Latinoamérica, las asimetrías sociales, las tentaciones de la muerte a cada paso, los conflictos epidémicos que ciegan el entendimiento, el temor, la violencia, la tragedia cotidiana convertida en canto, se revela en Juan Luis Guerra Como búsqueda de universalidad.
    Quise, desde que abrí el libro, intensamente, que incluyera notas sobre la colaboración con el africano Diblo Dibalá (el costo de la vida) la cual se intensificó en Fogaraté. Sí, siguieron muchos discos, cada uno distinto, novedoso; pero 440 ya estaba fraguado y JLG ya tenía las tripas llenas de nubes cuando nació un canto bajo la tierra. Gracias Darío por tu libro.
E. Lagunes
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bachata y luz en el eco por Elio Lagunes se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-CompartirIgual 3.0 Unported.